26 de diciembre de 2022
El Gobierno chino ha anunciado este lunes que a partir del próximo 8 de enero eliminará la exigencia de cuarentenas al entrar en el país que llevaba vigente desde marzo de 2020, una decisión que supone un paso más en el desmantelamiento de la política de cero COVID.
La Comisión Nacional de Sanidad de China han explicado en su cuenta oficial en la red social Wechat que los pasajeros no tendrán que solicitar un código verde de salud antes de su viaje a China, requisito necesario hasta ahora, aunque tendrán que presentar una prueba PCR negativa realizada en las 48 horas previas al comienzo de su viaje.
Además, el organismo ha declarado que la COVID-19 dejará de ser una enfermedad de categoría A, el nivel de máximo peligro y para cuya contención se exigen las medidas más severas, para convertirse en una de categoría B, que contempla un control más laxo.
Las medidas forman parte del nuevo ‘Plan general sobre los controles de categoría B’ presentado por la entidad, que ha agregado que las autoridades sanitarias dejarán de referirse a la COVID como «neumonía causada por el coronavirus» y comenzarán a usar la expresión «infección por coronavirus», dado que la variante ómicron «solo causa neumonía en un pequeño número de casos».
Pekin comienza a relajar su política de ‘COVID cero’
China retirará los límites al tráfico aéreo
El organismo ha notificado, además, que se retirarán los límites al tráfico aéreo internacional en China, que durante dos años se ha restringido a menos del 5% del que había antes de la pandemia. La escasez de vuelos ha causado estos años un aumento del precio de los billetes de los pocos vuelos disponibles hasta los miles de euros por unidad en algunos momentos de los últimos meses, provocando protestas de los viajeros.
Además, la Comisión ha señalado que se «optimizarán las gestiones» para facilitar visados a ciudadanos extranjeros que quieran visitar China por razones entre las que no se menciona específicamente el turismo pero sí «negocios», «estudios» o «visitas familiares», tras más de dos años en los que la concesión de permisos de viaje a China se ha visto limitada.
El Gobierno chino también había limitado en los últimos meses el otorgamiento de nuevos pasaportes a ciudadanos chinos para viajes no considerados «esenciales».
La decisión confirma los indicios previos que apuntaban a una relajación de las restricciones, ya que en noviembre China había anunciado una reducción de las cuarentenas obligatorias a la llegada al país hasta los cinco días de aislamiento en un hotel designado más otros tres en el domicilio.
Los cambios también llegan después de que el hartazgo ante las restricciones cristalizase en protestas en diversas partes del país tras la muerte de 10 personas en un edificio aparentemente confinado en Urumqi (noroeste), con consignas como «no quiero PCR, quiero comer» o «devolvedme mi libertad».
La medida de apertura tiene si cabe mayor significado debido al reciente aumento de los casos de coronavirus en el país que hacían temer la reimposición de la denominada política de tolerancia cero con la enfermedad que provocó protestas y contestación.
26 de diciembre de 2022
China afronta la mayor oleada de contagios de coronavirus desde el inicio de la pandemia, cuando se detectaron los primeros casos a finales de 2019 en la ciudad de Wuhan. El reciente fin de la política de ‘COVID cero’ por parte de Pekín, motivada por el descontento social, ha derivado en una crisis sanitaria inédita que está afectando especialmente a ancianos y pacientes con patologías previas, y que está colapsando las UCI y las morgues de los hospitales.
El Gobierno de Pekín ha anunciado que dejará de publicar el parte diario en el que, desde principios de 2020, detallaba los nuevos casos de COVID-19 y fallecimientos por la enfermedad, después de que la rápida propagación del virus haya sembrado muchas dudas entre la población sobre la fiabilidad de las cifras oficiales.
La escasa cobertura vacunal entre los más vulnerables está contribuyendo de manera significativa a esta crisis sin precedentes en el país asiático. Solo dos de cada cinco mayores de 80 años están vacunados con la dosis de refuerzo, en medio de la desconfianza generalizada hacia las vacunas chinas, especialmente en lo relativo a a su baja eficacia. El Gobierno de Pekín no permite la importación de vacunas procedentes de las farmacéuticas de Estados Unidos y Europa, como Moderna, Pfizer/BioNTech o AstraZeneca, y obliga a sus ciudadanos a inmunizarse con las que se han desarrollado en sus laboratorios: Sinovac, Sinopharm y CanSino.
La vacunación, el talón de Aquiles de China en su lucha contra el coronavirus
En las más de tres décadas que lleva ejerciendo la medicina de emergencia, el facultativo Howard Bernstein asegura que él nunca ha visto nada semejante. Según describe, cada vez más pacientes llegan a su hospital, casi todos ancianos que presentan síntomas graves de COVID-19 y neumonía. «El hospital está colapsado de arriba a abajo», asegura Bernstein a la agencia Reuters al final de un turno extenuante en el Beijing United Family Hospital, el centro pekinés privado donde trabaja.
«La UCI está llena», al igual que las emergencias, los puestos de detección y otros departamentos del hospital, como la morgue o los crematorios, según asegura. «Muchos de los pacientes que fueron admitidos en el hospital no están mejorando con el paso de los días, por lo que no hay flujo. La gente sigue viniendo a emergencias, pero no pueden ser ingresadas las habitaciones del hospital, por lo que ahora llevan atrapados varios días en la sala de emergencias«, detalla. En el último mes, Bernstein ha pasado de no haber tratado nunca un paciente COVID a ver varias decenas al día.
La mayor parte de los pacientes, no vacunados
Sonia Jutard-Bourreau, la directora médica del hospital privado Raffles en Pekín, asegura por su parte que el número de pacientes es de cinco a seis veces superior a los niveles normales, y que la edad promedio se ha disparado en unos 40 años a más de 70 en el espacio de una semana. «Siempre es el mismo perfil, -declara-, ya que la mayor parte los pacientes no han sido vacunados».
En medio del colapso hospitalario general, muchos de los pacientes y sus familiares acuden al centro Raffles con la intención de adquirir Paxlovid, el tratamiento contra la COVID-19 desarrollado por la farmacéutica Pfizer, cuyas existencias se están agotando en todo el país. “Quieren el medicamento como reemplazo de la vacuna, pero este no sustituye a la vacuna», declara Jutard-Bourreau, quien lleva trabajando alrededor de una década en China, al igual que Bernstein, y teme que lo peor de esta ola aún está por venir.
Los médicos consultados por Reuters aseguran que están muy preocupados por la población más anciana, ya que decenas de miles de ellos pueden morir en las próximas semanas, según las estimaciones de los expertos. Es probable que estén falleciendo más de 5.000 personas cada día a causa de la COVID-19 en China, según estimaciones de Airfinity, la compañía especializada en datos sanitarios con sede en Gran Bretaña, lo que supone un contraste dramático con los datos oficiales ofrecidos por Pekín.
El Centro Chino para el Control de Enfermedades y Prevención no ha reportado muertes por COVID durante los seis días anteriores al domingo, incluso cuando los crematorios comenzaban a saturarse. Así, el Gobierno de Pekín ha reducido su definición para clasificar las muertes como relacionados con COVID, contando solo aquellas causadas por una neumonía o insuficiencia respiratoria. «No es medicina, es política», califica Jutard-Bourreau.
Sin parte diario de nuevos contagios
El domingo, China anunció que dejará de publicar el parte diario en el que, desde principios de 2020, detallaba los nuevos casos de COVID-19 y decesos por la enfermedad, después de que la rápida propagación del virus por el país haya sembrado dudas sobre la fiabilidad de las cifras oficiales.
«A partir de ahora, el Centro para Control y Prevención de Enfermedades de China no divulgará información sobre la pandemia de forma diaria», ha indicado la Comisión Nacional de Sanidad en un breve comunicado en el que no detalla las razones por las que ha tomado esta decisión. El organismo añade que sí «publicará información relevante sobre la pandemia para referencia e investigación», pero no ha especificado ni qué tipo de datos ofrecerá a partir de ahora ni con qué periodicidad.
En las últimas semanas, las autoridades sanitarias ya habían dejado de divulgar la cifra de contagios que, según sus estándares, eran considerados asintomáticos, aunque estos solo eran reportados en el citado parte diario pero no engrosaron nunca los balances oficiales de casos, a los que solo se sumaban los infectados que sí presentaban los síntomas requeridos.
Además, el fin de la obligación de someterse a pruebas PCR rutinarias para la mayor parte de la población se tradujo en una detección de casos sensiblemente menor a la propagación real del virus, toda vez que los asintomáticos y aquellos con síntomas leves recibieron la luz verde del Gobierno para hacer cuarentena en sus domicilios.
Decenas de millones de contagios diarios
El último parte oficial daba cuenta de tan solo 4.128 nuevas infecciones y ninguna muerte, situando la suma de contagios sintomáticos desde el inicio de la pandemia en casi 400.000 y la de fallecimientos, en 5.241. Sin embargo, la supuesta acta de una reunión de la Comisión Nacional de Sanidad de la que se hizo eco Bloomberg indicaba que la cifra real de nuevos contagios diarios podría haber llegado a 37 millones y que, en los primeros días de este mes, unos 248 millones de personas -el 18% de la población nacional- contrajeron la covid.
En los últimos días también han surgido dudas sobre la fidelidad de los datos de fallecimientos que ofrecen las autoridades sanitarias, que apenas cuentan un puñado de ellos debido, según un experto citado por la prensa estatal, a que las muertes causadas por enfermedades subyacentes en pacientes que estaban infectados por el coronavirus no se cuentan como muertes por COVID.
Esta semana, la Organización Mundial de la Salud se ha mostrado «muy preocupada» por la evolución de la COVID en China y ha reclamado «más información» al respecto, ante lo que el Ministerio de Asuntos Exteriores ha respondido que Pekín ha compartido sus datos «de forma abierta, puntual y transparente» desde el inicio de la pandemia.
23 de diciembre de 2022
Un equipo de investigadores con participación del CSIC ha hallado un mecanismo genético implicado en un tipo de reacción inmunitaria exagerada que agrava la COVID-19 en algunos niños. Esta reacción se denomina síndrome inflamatorio multisistémico, o MIS-C, y aunque es poco frecuente (tiene una prevalencia de en torno a uno por cada 10.000 niños infectados), puede ser muy grave.
Suele aparecer cuatro semanas después de la infección y causa fiebre, erupciones y dolor abdominal. Se desconocen sus causas, pero ahora los investigadores han estudiado la genética de los niños afectados y han encontrado un mecanismo genético alterado, según concluyen en un artículo publicado en Science.
El estudio ha hallado mutaciones en ciertos genes de una vía genética (la OAS-RNasa L), que expresa proteínas para reconocer a los virus implicadas en la respuesta inmunitaria frente a la infección, según explican los investigadores. La alteración de los genes provoca que las proteínas resultantes no funcionen correctamente y desemboquen en la producción excesiva de moléculas inflamatorias en respuesta a la infección (aunque no altera la replicación viral ni empeora al proceso respiratorio en la fase aguda de la infección).
Las mutaciones halladas ocurren principalmente en determinadas células de la sangre y los tejidos, como los monocitos y los macrófagos, que son las responsables de iniciar una cadena de reacciones inflamatorias exageradas, en las que interviene la activación de determinados linfocitos, y que finalmente inducen el síndrome de MIS-C, según explican los investigadores.
En el estudio han participado tres investigadores del CSIC: Marta López de Diego, del Centro Nacional de Biotecnología; Jordi Pérez Tur, del Instituto de Biomedicina de Valencia; y Anna M. Planas, del Instituto de Investigaciones Biomédicas de Barcelona.
20 de diciembre de 2022
El 33% de los menores de 18 años se encontraban en riesgo de pobreza o exclusión social en 2021, cerca de tres puntos más que en 2019, antes de la pandemia, y muy lejos del objetivo del 17,2% marcado como objetivo para 2030, según el Análisis de la Encuesta de Condiciones de Vida con enfoque de infancia 2022 [.pdf] difundido este martes por Plataforma de Infancia España. Los niños y adolescentes son, de hecho, el grupo de edad con peor situación frente al 27,6% de la población en general. Entre los 11 y los 17 años la situación de pobreza sube al 34,6% y se eleva al 54,6% en el caso de las familias monoparentales independientemente de la edad de los hijos que haya en el hogar.
La plataforma -una red de más de 70 organizaciones entre las que se encuentran, entre otras, Unicef, Save the Children, Ayuda en Acción o Cáritas- subraya que España es, de hecho, el país de la Unión Europea con mayor porcentaje de menores en estas circunstancias, solo por detrás de Rumanía, donde más del 40% de niños se encuentran en esta situación. «Hay más pobreza y ha crecido a un ritmo superior a la media de la UE en los últimos años», ha explicado el autor de la investigación, Joffre López, según recoge Efe.
El informe usa el llamado indicador AROPE 2020, que es resultado de combinar tres dimensiones de la pobreza, según detalla la plataforma: la escasez de recursos económicos o pobreza monetaria, las carencias materiales severas y la baja intensidad del empleo de los hogares.
Casi el 29% vive bajo el umbral de la pobreza
En cuanto a la primera variable, el 28,9% de los menores de 18 años vivía en 2021 con ingresos inferiores al umbral de la pobreza y el 14,9%, por debajo del de la llamada pobreza severa. Para una familia de dos adultos y dos hijos, por ejemplo, estos umbrales están fijados en 20.023,90 euros y en 13.349,27, respectivamente, es decir, en 1.668,66 y 1.112,44 euros al mes.
El 9,1% de las personas menores de 18 años residía en familias donde todos los miembros estaban en paro o donde las personas en edad de trabajar lo hicieron menos del 20% del tiempo, es decir en hogares con una baja intensidad de empleo.
Además, el 19,8% vivía en hogares con algún tipo de carencia material y el 8,9% con carencia material severa, es decir, sufrían no tener dos y cuadro de estos nueve elementos, respectivamente: no poder ir de vacaciones al menos una vez al año; no poder comer carne, pollo o pescado al menos cada dos días; no poder mantener la casa a una temperatura adecuada; no poder pagar gastos imprevistos; haber tenido retrasos en el pago del alquiler, la hipoteca, los recibos o en compras a plazos en el último año; y no tener coche, teléfono, televisor o lavadora.
Cerca del 5% no come carne o pescado al menos cada dos días
El análisis de la Plataforma de Infancia España señala que el 4,9% de los menores no comía carne, pollo o pescado al menos cada dos días, «de lo que se desprende que unos 400.330 niños y niñas podrían estar sufriendo malnutrición en España«. El 13,7% (más de un millón) vive en hogares donde no se puede mantener una temperatura adecuada.
El 49,1% de los menores vivía en 2021 en hogares con dificultad (25,8%) o cierta dificultad (23,3%) para llegar a fin de mes, un porcentaje que ha bajado desde el 53,6% de 2019 gracias a las medidas gubernamentales que se aplicaron para paliar la pérdida de poder adquisitivo de las familias a raíz de la pandemia, según el informe.
Por comunidades autónomas, Andalucía, Extremadura y Murcia son las comunidades con mayores tasas de pobreza y exclusión social de menores de edad. En Andalucía la tasa llega al 43,7% y en las otras dos autonomías es del 40,6%. La Comunidad Valenciana llega también al 37,7%. Las que mejores datos presentan son Navarra, País Vasco, Cantabria y Aragón.
19 de diciembre de 2022
China vive su primera ola de contagios de COVID-19 después de haber flexibilizado su política de control de la enfermedad.
Beijing, Shangái, Guanzhou y otras ciudades han informado de brotes en la última semana, mientras las autoridades sanitarias han comunicado este lunes dos muertes, las primeras desde el pasado 3 de diciembre. Varios medios de comunicación, así como los ciudadanos chinos en redes sociales, expresan sus dudas sobre las cifras reales.
Wu Zunyou, el epidemiólogo que dirige la lucha contra la enfermedad, reconoció el pasado sábado que el país se encontraba en la primera de las tres oleadas de COVID-19 previstas para este invierno.
Las protestas contra la restricciones por la política de «cero COVID», las mayores en China en décadas, llevaron primero a las autoridades locales y después a las estatales a modificar algunas de dichas medidas.
Dudas sobre las cifras reales
El Comité Nacional de Salud de China ha informado de 1.995 infecciones sintomáticas este pasado domingo, un descenso respecto a las 2.097 del día anterior.
Sin embargo, la tasa de infecciones ya no es una guía fiable para conocer la evolución de la pandemia, ya que se han reducido los test PCR obligatorios. Por la misma razón, el Comité dejó de comunicar los casos asintomáticos.
Algunas ciudades han transformado las cabinas de pruebas PCR en puestos de atención a pacientes con fiebre, según informa la prensa local y recoge Efe. En las zonas para atención a pacientes con fiebre de algunos hospitales se han producio aglomeraciones, según la misma fuente.
La ola de COVID provoca escasez de medicamentos en China
El medio chino Caixin informó el pasado viernes de que dos de sus periodistas habían muerto tras contraer el coronavirus, y que el sábado un joven estudiante de medicina de 23 años había fallecido. No esta claro si estas muertes entraron en las estadísticas oficiales.
En Weibo, la red social más popular de china, muchos internautas han mostrado su desconfianza sobre los datos reales, que no se corresponde con la percepción creciente en la calle.
«Diría que entre el 60 y el 70 % de mis colegas están infectados ahora mismo», ha declarado a Reuters Liu, trabajador de 37 años en un bar de Pekín.
«Los números oficiales claramente cuentan a la baja las muertes por COVID», ha declarado a Reuters Yanzhong Huang, especialista en salud global en el Council on Foreign Relations (CFR), un centro de análisis de Estados Unidos.
Esto, según Huang, puede reflejar «la incapacidad para seguir de manera efectiva la situación de la enfermedad sobre el terreno después de la caída de los tests PCR masivos, pero también puede ser un esfuerzo para evitar el pánico por el aumento de muertes por COVID».
La oleada de contagios está teniendo ya efectos en la economía. El fabricante japonés de microchips Renesas Electronics Corp ha informado este lunes de que suspende la actividad de su planga en Pekín debido a los contagios entre los trabajadores.
Las bolsas han caído y la moneda china, el yuan, se ha debilitado frente al dólar. Entre los propios inversores en los mercados de Pekín y Shangái se han producido contagios, lo que ha ralentizado aún más la actividad.
Campaña para extender la vacunación
Las autoridades chinas han asegurado que la variante omicron del virus no supone un riesgo mayor, pero la preocupación se centra en las personas mayores, muchas de las cuales son reacias a volver a vacunarse.
La tasa de vacunación en China está por encima del 90 %, pero la proporción de adultos que han recibido la dosis de refuerzo es más baja (el 57,9 %, y 42.3 % entre los mayores de 80 años, según datos gubernamentales). La desconfianza sobre la vacuna está muy extendida.
Los sanitarios han comenzado a ofrecer las vacunas puerta a puerta a los mayores.
China usa las vacunas de fabricación propia (de las empresas Sinopharm y Sinovac), que tienen una tasa de eficiencia menor que las vacunas usadas en Europa occidental y EE.UU. basadas en el ARn mensajero.
Expertos consultados por RTVE.es ya habían advertido del riesgo que suponía el abandono de las políticas de «cero COVID» en un país tan poblado y con una densidad como la China, donde además el sistema de salud puede verse sobrepasado.
16 de diciembre de 2022
El impacto de la pandemia en el cáncer ya está cuantificado: la caída de pruebas y diagnósticos, especialmente en pulmón, donde ha llegado al 23,6% y 15,6%, respectivamente, así como de los cribados, hacen prever un aumento de casos en estadio avanzado de ese tumor y de los de mama y colon en los próximos años. Así lo concluye el informe Estudio de Impacto de la Pandemia por Covid-19 sobre la Prevención y el Control del Cáncer en el Sistema Nacional de Salud, que el Ministerio de Sanidad presentará a las autonomías en su próximo Consejo Interterritorial ordinario que se celebrará el próximo lunes en Mérida.
El estudio, encargado a la Fundación Avedis Donabedian y al que ha tenido acceso Efe, es fruto del acuerdo que este mismo órgano tomó en febrero de 2021 para medir las consecuencias que se sabía que el parón de la COVID iba a acarrear en el abordaje del cáncer. Y ahora ya se les puede poner cifras, como que el número de pacientes a los que se realizó algún procedimiento relacionado con la patología oncológica bajó más del 13%, o que la práctica de broncoscopias o citologías cayeron un 25%.
Los peores datos, en cáncer de pulmón
El análisis se detiene principalmente en cuatro cánceres -pulmón, mama, colon y hematológicos- seleccionados en base a criterios de incidencia, prevalencia y gravedad. La pandemia ha atacado sobre todo al primero, tanto por la caída del número de pruebas como de diagnósticos.
De este cáncer se hicieron 13.101 exploraciones menos (-23,6%) respecto a 2019; sobre la positividad de las pruebas -que da una idea del número de diagnósticos, aunque no todas tienen esta finalidad-, las broncoscopias positivas disminuyeron en 2.113 casos (15,4%). Si se atiende a las pruebas, le seguiría el cáncer de colon (15,16%) y luego el de mama (10,64%), al contrario de lo que sucede con los casos positivos, donde el de mama (9,74%) es el segundo y el de colon, con una bajada del 5,51%, el tercero.
Ante la «magnitud relevante» de la disminución de los diagnósticos de estos tres tumores, los expertos lanzan esta previsión: «En los próximos años se producirá un aumento de los diagnósticos en estadios más avanzados».
Por su parte, las neoplasias hematológicas permanecen prácticamente igual, con un 4,49 % menos de pruebas y 0,49 % menos de diagnósticos.
Menos cribados
Igualmente, se vieron afectados los programas de cribado de mama y colorrectal con una bajada «significativa» de su cobertura (personas invitadas), pero se logró suavizar la caída de la participación. El más afectado fue el colorrectal, cuya cobertura, que en 2019 superaba el 70%, sufrió descensos importantes en todas las comunidades, sobre todo en Navarra, donde se desplomó más de un 70%. La participación disminuyó en diez comunidades autónomas, aunque menos acusadamente.
Mientras, la cobertura del cribado de mama disminuyó en todos los territorios -más en Navarra, un 46,6%, País Vasco y La Rioja, donde la caída roza el 40%-, excepto en Galicia y Melilla, aunque siete comunidades lograron mantenerla por encima del 80%. La participación se mantuvo en niveles similares a 2019 menos Madrid, donde la variación fue del 31%.
Uno de los mejores indicadores para medir el impacto es el de pacientes dados de alta con diagnóstico principal oncológico, que fueron un 12% menos. Los efectos de la pandemia también se notan en las sesiones de quimio y radioterapia, aunque parte de la variación se puede explicar por la prescripción de terapias de quimioterapia oral.
Como era previsible, en los tres meses más duros de la covid, las sesiones de quimio bajaron casi el 10% -solo Andalucía y Extremadura lograron un incremento de la actividad-, y aunque el ritmo se suavizó a lo largo del año, no se recuperaron los niveles de actividad previos. La reducción fue así del 4,2%, equivalente a 53.588 sesiones menos en toda España.
La actividad radioterápica se sostuvo relativamente durante los primeros meses, pero cayó después, cerrando el año con una disminución del 9,4% (71.684 sesiones menos). En el caso de las biopsias, se dejaron de practicar casi 608.000. También bajaron las visitas a oncología médica, sobre todo con el confinamiento (-12%); las pediátricas son difíciles de valorar pero sí hubo un impacto negativo con una reducción de primeras visitas en oncohematología en aproximadamente 850 unidades.
La vacunación, sin cambios
Por el contrario, en lo que parece que la pandemia no tuvo efecto fue en las tasas de vacunación de los pacientes oncológicos frente la Hepatitis B (VHB) y el virus del Virus del Papiloma Humano (VPH) -que incluso aumentó ligeramente-, ni en lo que se refiere a la primovacunación ni en las dosis de refuerzo.
De la información aportada por 46 hospitales, se deduce que los centros pusieron en práctica un abanico de medidas -como consultas telefónicas con psicología y psiquiatría, la puesta a disposición de un teléfono de asistencia psicológica, la elaboración de vídeos de autoayuda o un webinario- para prevenir y abordar la aparición de sintomatología ansiosa y depresiva en los pacientes con cáncer. No obstante, «haría falta más información para poder abordar» su efectividad.
En general, también se mantuvo el acceso a cuidados paliativos, e incluso la mitad de los hospitales desarrollaron nuevas iniciativas o adaptaron las existentes para garantizar el acceso.